Después de que las cosas pasan todos somos inteligentes. Vienen las explicaciones: yo sabía..., ya lo veía..., yo lo decía..., en fin, después -lamentablemente siempre después- todos conocían lo que estaba sucediendo.
Algo parecido vislumbramos acontecerá con la candidatura de HipólitoMejía de no corregirse el rumbo que ya empezó a tomar. Lo decimos porque esta oferta electoral ha perdido el ritmo y se ha colocado en una posición de debilidad, sin que sus principales adversarios hayan hecho la gran cosa.
Su primer error fue conducirse como sí la de ahora fuera una carrera corta y no la maratón que realmente es.
Hipólito y su equipo se comportaron como si las elecciones hubieran sido para octubre y lo tiraron casi todo. Llegaron a su techo y entonces pretendieron congelar la bola cuando apenas se había jugado el primer cuarto. (Recuérdese su gran ausencia del país). Además, acompañaron este error de perspectiva con el de considerar que su adversario era Leone! Fernández, a quien se dedicaron a atacar hasta el momento de la proclamación de Danilo Medina, cuando volvieron a la realidad. Este último error tiene sus implicaciones porque a través de sus dirigentes y de terceros los perredeístas pregonaban que Leonel no iba a apoyar a Danilo. El presidente Fernández le respondió saliendo a las calles con el anuncio de obras y la inauguración de otras.
Ahora pegan el grito al cielo y dicen que el que se aprobó es un presupuesto electoralista, y se lanzan a denunciarlo ante organismos internacionales, acción que refuerza la percepción de debilidad ya referida. Aquí obra el error mencionado en el párrafo anterior: si creíamos en que Leonel no apoyaría a Danilo, cómo es que ahora debemos creer lo contrario y asumir como cierto que el primero utilizará el presupuesto en el apoyo del segundo.
La más reciente pifia. Se trata del conflicto creado en el centro de cómputo de la Junta Central Electoral.
La segunda situación: el manifestar aprensión por un eventual fraude electoral retuerza la posición de debilidad de la que venimos hablando. Esa pugna es buena para el voto duro. el perredeísta comprometido, que ve en ella una disposición de lucha y defensa del sufragio; pero tiene de contraproducente que también endurece el voto del contrario y favorece una definición de los indecisos que consideran, ambos, que la gente del PRD ya ha tirado la toalla y se ha provisto de un bajadero para justificar su derrota.
Los votos no se han contado todavía,para suerte de los perredeístas, por lo que quizás tengan tiempo para rectificar y presentar un discurso coherente y, por ende, creíble. Ojalá traten de ser inteligentes antes de que las cosas pasen.
hoy
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