Por Dr. Frank Peña.
El 18 de marzo del 2012, publiqué un artículo titulado "Defensa al Dictador Trujillo y Candente Ataque al Club Mafioso de Hipólito, Danilo, Leonel, y Margarita". Y, el Dr. Juan Freddy Armando, la persona que más quiero, admiro, y respeto en Facebook, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua Española, Viceministro de Cultura del actual Gobierno, del PLD, se convirtió en boxeador y me retó a una pelea por título mundial.
En toda pelea con el título mundial en juego, con acuerdo para verse por el sistema de televisión de cable "pague por ver", con una bolsa de 20 millones de dólares para el dueño de la faja y 10 para el retador, hay un período de tres meses para entrenamientos y, sobre todo, para que los contendientes casi diariamente hablen ante los medios y vayan preparando el gran espectáculo, usando preferiblemente el ataque personal, incluyendo hasta frases bajo censura. El 18 de marzo del 2012, publiqué un artículo titulado "Defensa al Dictador Trujillo y Candente Ataque al Club Mafioso de Hipólito, Danilo, Leonel, y Margarita". Y, el Dr. Juan Freddy Armando, la persona que más quiero, admiro, y respeto en Facebook, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua Española, Viceministro de Cultura del actual Gobierno, del PLD, se convirtió en boxeador y me retó a una pelea por título mundial.
El Dr. Armando, siendo un funcionario del tercer Gobierno peledeísta y del mismo Presidente, Dr. Leonel Fernández, dándole a mi artículo categoría de una pelea por el título mundial, envió un comentario (propaganda, nota prensa) el el 18 de marzo del 2012; la misma fecha en que nuestros agentes firmaron el contrato del combate, y que yo publiqué mi columna.
El Dr. Armando afirmaba que Trujillo ha sido el Mandatario dominicano más corrupto; seguido por Lilís y Buenaventura Báez. Yo no comparto esa tesis. Al contrario, pienso que el amigo íntimo del Dr. Armando, el Presidente Dr. Leonel Fernández, con tres períodos de Gobierno, no sólo burló la doctrina con que Duarte ideó la Independencia Nacional en 1844, enterró los principios morales de su Maestro Juan Bosch, para superar en maldades y diabólicos trucos al Dr. Joaquín Balaguer, sino que es el más corrupto Presidente de toda la Historia Nacional Dominicana (1844-2012)
Lo que acabo de decir. Demostrar, detalladamente, que Leonel ha sido más corrupto y dañino que Trujillo, no es prudente que lo haga en medio de una campaña electoral para Presidente que culminará el 20 de mayo del 2012. Porque la mayoría de los dominicanos, que en el presente sólo piensa hacerse rico o comer y vestir con un cargo público, no le interesa el análisis serio de la Historia Nacional. Por eso, hasta que pasen las elecciones, prefiero entretener a mi queridísimo Dr. Juan Freddy Armando reproduciendo un artículo, con mi firma, acerca del dictador Trujillo.
Sé que millones de ignorantes pensarán que estoy loco sólo con leer el título de esta entrega. Pero, nunca me ha importado la crítica. Y menos los chismes de personas sin buena preparación académica. No temo enfrentar a intelectuales. A los medianamente preparados. Ni a los payasos que se cuelan en las fiestas de mi escuela. Tampoco a los que se autotitulan poetas, cuentistas, novelistas, críticos de arte, pintores, etc.
Siento admiración en la Historia Dominicana por Rafael Trujillo, quien gobernó la República Dominicana como su finca privada de 1930 a 1961. Desde el descubrimiento de América en 1492, analizando cada uno de los grandes eventos dominicanos hasta el presente, 2012, el nombre de Rafael Trujillo tiene más peso y brillo que todos los gobernantes y líderes españoles y dominicanos que ha tenido mi tierra natal, en su etapa como colonia y su época como república desde 1844.
Ante Trujillo y su legado a la República Dominicana (la herencia que dejó a la nación en forma material o inmaterial), Duarte, Santana, Luperón, Horacio Vázquez, Balaguer, Bosch, Read Cabral, Guzmán, Jorge Blanco, Majluta, Hipólito y Leonel lucen como penumbras, como sombras débiles. Porque Trujillo es único. Como el Sol. El astro rey. Tiene luz propia. No fue espejo, como la luna, para reflejar luces ajenas.
En este punto del camino, de mi artículo, debo aclarar lo siguiente: la persona que ésto escribe, Dr. Frank Peña, está hablando de un Trujillo en su aspecto psicológico. Y, se me antoja decir que Trujillo era muy parecido a mí. O al revés. Soy muy parecido a Trujillo. Ahora, que soy un hombre viejo, entiendo una cosa; que fui en política un tonto. Pude adueñarme del poder político de mi país y poner a millones de hombres y mujeres a mi servicio, y no lo hice. Siempre fui un Trujillo en mi estructura cerebral; sólo me faltó dejar a un lado la moral para meterme el Este de la isla de Santo Domingo y su tribu de 10 millones de habitantes en un bolsillo.
Trujillo no fue a la universidad ni era un intelectual. Pero, no era un ser corriente. Al contrario, es el personaje más luminoso y extraordinario de la Historia Dominicana. Poseedor de una inteligencia tal grande que nadie (familiares, funcionarios y amigos cercanos) pudo entender o conocer sus reales pensamientos, intenciones en un determinado momento. Siempre fue un enigma, un crucigrama que nadie podía llenar, aún sabiendo todos sus colaboradores cercanos que él, por su portentosa y tenebrosa memoria, jamás olvidaba un suceso, una circunstancia especial, un nombre, un insulto, una afrenta o vergüenza que le hubiera provocado alguien.
Las mentes geniales gustan hacer experimentos para salir del aburrimiento o rutina; realizan actos que para la gente común son niñadas. Porque la plebe no entiende al genio. Por ejemplo. En la venganza Trujillo dejaba que su genialidad, como en el ajedrez, creara nuevas jugadas. A veces, siendo él un asesino nato, se conformaba con la humillación del otro. O se comportaba como un niño divirtiéndose con sus regalos el Día de Navidad, de los Reyes Magos, o la Vieja Belén, poniendo a sus víctimas a llevar una larga vida de temor.
El caso de Ricardo Paíno Pichardo, uno de sus hombres de confianza, es una perla, algo antológico; el humor negro de Trujillo llevado por el borde del barranco, convertido en vértigo; un drama que supera a Shakespeare, el autor de "Romeo y Julieta" y "Hamlet". Paíno cayó en desgracia, y Trujillo conociendo el racismo negro y antihaitiano del funcionario, superior al de los historiadores Manuel Arturo Peña Batlle, Joaquín Balaguer y Emilio Rodríguez Demorizi, nombró a Paíno Embajador en Haití. Cuando Paíno aceptó el nuevo cargo Trujillo, como niño con juguete nuevo, no pudo contener su volcán de risa. Digo volcán, pues Trujillo duró varios minutos lanzando chorros de ruidosas carcajadas. ¡Esa es una travesura típica de una personalidad como la mía y la de Trujillo!
Sin haber leído todos los libros de las bibliotecas públicas de la ciudad de Santiago a los 18 años de edad, como el Presidente Balaguer, sin haber escrito cuentos maravillosos antes de 1930, como el Presidente Juan Bosch, sin tener títulos de la primera universidad de América, la Sorbona de París, ni la de Harvard, como el Dr. Peña Gómez. Trujillo, primero un simple telegrafista, luego jefe de guardias en un ingenio y oficial del Ejército fundado durante la Ocupación Norteamericana (1916-1924), genéticamente con mejor don de mando que los tres personajes citados, desarrolló una personalidad política de mayor fuerza histórica que los tres grandes líderes aludidos.
Trujillo superó a Bosch, a Peña Gómez, y a Balaguer en todas estas áreas: eficiencia; meticuloso; pulcro en el vestir; excesivamente puntual; don de mando; carrera de político; confianza en sí mismo; valiente al nivel de jugarse la vida, como lo demostró la noche que lo mataron en la autopista, ordenando a su chofer Zacarías no huir. Trujillo herido dijo a su chofer: "Zacarías, paras el carro. Agarras la ametralladora y vamos a pelear". Trujillo abrió la puerta del carro, mareado, con una herida manando sangre, con un revólver calibre 38. De la Maza, a corta distancia, mató a Trujillo. La autopsia mostró este cuadro: 17 balazos de distintos calibres; 5 debieron ser mortales; una penetró por la boca y, por eso, parte de la dentadura quedó en el lugar del suceso; un escopetazo alcanzó el lado derecho del pecho; un culatazo en la frente le hundió el cráneo.
Trujillo es el personaje más grande de la Historia Dominicana porque -lo repito- no era un ser común. Todo lo hacía en grande. Ese sitial no fue un regalo, como algunos quieren insinuar, con la infantil tesis de que él llegó a ser el amo del país gracias a los Estados Unidos; él llegó a la cima por su talento y su trabajo. Se levantaba a las 4:30 AM; luego de un ligero aseo (era obsesivo compulsivo con la limpieza y la imagen de su persona) hablaba por teléfono con sus principales colaboradores; se ponía al tanto de las noticias nacionales e internacionales a través de las emisoras nacionales, un potente radio y la Dirección Nacional de Comunicaciones.
Luego de digerir las noticias, se tomaba un baño de agua fría seguido de un masaje de cuerpo entero con un experto en ese oficio. A las 7:00 AM comía el desayuno, siempre ligero, e inmediatamente terminaba salía para el Palacio Nacional. Trujillo, pues, se levantaba primero que todos los miembros del Gabinete, sabía primero que ellos las noticias del país y del mundo, y llegaba primero al Palacio Nacional. Por tanto, él se enteraba primero de los problemas de cada Secretaría de Estado que los funcionarios o titulares, y si algo no estaba bien los sorprendía con el Decreto de despido; ¡la sorpresa podía cambiar de un Decreto a un juego más pesado, porque todo dependía del tipo de humor que tuviera Trujillo o del tipo de irregularidad o indelicadeza encontrada por el Dictador!
A un gobernante con esa personalidad, muy parecida a mí, no se le podía andar robando dinero; aunque la persona fuera el Presidente de dedo y hermano del dictador, como Héctor B. Trujillo (Negro) Trabajaba hasta las 11:30 AM, y pasaba al comedor a almorzar junto a colaboradores, oficiales e invitados. Luego el Generalísimo se trasladaba a la Estancia Ramfis o Cancillería, frente al mar, y hacía una caminata de dos kilómetros para la digestión; terminando iba a su casa, se quitaba la ropa y tomaba una siesta de media hora.
Trujillo volvía al Palacio Nacional entre las 3:00 PM a 3:30 PM y trabajaba hasta las 7:00 PM. Partía hacia su casa y tomaba un baño de agua fría, cenaba y como un viejo reloj suizo, que no se retrasa ni se adelanta, salía a visitar por justo media hora a su madre. Como su vida era una agenda, una rutina, una ruta trazada, terminada la visita a su madre, iniciaba una caminata de varios kilómetros por la orilla del Mar Caribe, o Malecón. Concluida la caminata, se sentaba en un banco del Malecón e iniciaba una tertulia, una conversación amena con sus acompañantes, de una o dos horas y frente al océano ¡Un personaje de novela!
Para decir que Trujillo es mi personaje favorito, no he tocado su obra de Gobierno; su férrea dictadura de 31 años; sus espantosos crímenes; su gigantesco esfuerzo de llevar el país de un nivel de tribu, de casas de tablas, cartones y yaguas y una economía y unas aduanas en manos extranjeras, a un nivel de ciudad; nacimiento de industrias nacionales; compras de los ingenios a extranjeros; pago de la deuda extranjera y una total independencia nacional; creación del peso dominicano y el primer banco del Estado dominicano.
Hasta el párrafo de arriba traté de ser sólo el psiquiatra (sin serlo) y que Trujillo fuera mi paciente. Pero, en éste punto del camino tengo que admitir que con Trujillo ése deseo, como escritor, no es posible. Porque mientras avanzaba la escritura se fue generando un proceso psicoanalítico, un cambio de papeles: Trujillo de paciente pasaba a ser mi psiquiatra; y yo de psiquiatra cambiaba al papel de paciente. El motor del carro comenzó a trabajar en reversa, el dictador analizándome.
En esa travesura del subconsciente, comprendí que soy casi una copia de Trujillo; llegando casi al final de este escrito confieso ante los 800 millones de socios de Facebook que envidio el personaje llamado Trujillo. ¡Me hubiera gustado ser como él; haber llegado al punto de la Historia en donde él puso sus pies! ¡Los dominicanos que no han salido de la isla de Santo Domingo, que no saben dónde está ubicado el estado de Alaska ni la gran isla o continente de Australia, deben parar de hablar pendejadas y sandeces, pues Trujillo era, al mismo tiempo, todo ésto.
Más nacionalista que Duarte. Pero, también el peor enemigo de la Patria. El más grande creador de riquezas y prosperidad de la nación. Y, además el más peligroso enemigo del obrero y el capitalista privado. El mejor hijo y padre. A la vez el más sanguinario asesino de madres, padres e hijos ajenos. Irradiaba limpieza por fuera, se bañaba, se perfumaba y empolvaba de manera compulsiva. Esa limpieza, esa pulcritud en el vestir la exigía en todo el personal de su Gobierno. Sin embargo, era sucio por dentro. No tengo duda de su genialidad. Fue un hombre exigente con todos. Pero, a diferencia de otros Gobernates, haraganes, drogadictos, maricones, Trujillo nunca exigió nada a sus funcionarios que él no pudiera hacer. Se acostó con muchas mujeres, pero curiosamente no las trató como rameras, pues muchas con sólo una aventura de una noche aseguraban el futuro económico de ellas y sus padres y abuelos.
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