La exitosa elección de Danilo Medina como candidato presidencial y el despliegue de su campaña han sido coronadas con la selección de la Dra. Margarita Cedeño, como su acompañante en la boleta electoral.
En dos meses, Danilo Medina ha revertido las tendencias electorales en base a cuatro ideas-fuerzas: Un gran discurso político, la unidad partidaria, el apoyo del sector externo y el recuerdo del gobierno Hipólito Mejía.
Los ideólogos y estrategas del PPH, desconcertados ante los cambios electorales, buscan asideros a una campaña que ha perdido crédito de su basamento esencial, centrado en una percepción de victoria en base al disgusto social y una ventaja coyuntural.
La fuerza y superioridad del discurso social, ético y económico de Danilo es incontrovertible, frente a lo opaco, inconsistente e imitador, en ocasiones, de los planteamientos de Hipólito Mejía, que necesita el acomodo de la lectura. Nada de debate que exija autonomía de pensamiento.
Para ganarle a Miguel Vargas, Hipólito hizo un acuerdo con Luis Abinader mediante el cual le confería la candidatura vicepresidencial, obviando todo entendimiento con el presidente del PRD. Una estrategia facciosa, que como Sísifo jamás podrá llevar la piedra a la cima.
Para ganar las elecciones nacionales, Danilo Medina confiere una vicepresidencia que completa la unificación partidaria, un factor esencial para cualquier partido político. La unidad es un axioma político, no cuento.
Todas las encuestas serias marcan, como res, el techo electoral de Hipólito Mejía. No tiene como crecer.
Contrariamente, Danilo Medina accede a la candidatura presidencial con una fuerza extrapartido, multiclasista, seducida por sus planteamientos, el dialogo directo y una robusta organización externa dispuesta al combate político por el cambio y la preservación del optimismo nacional.
La confluencia de esta fuerza con el Partido de la Liberación Dominicana y sus aliados, unificados, son los responsables de la modificación que se ha producido en el panorama electoral. Coronado con la memoria del gobierno pepehachista.
La idea de que Danilo representa el no cambio y la continuidad es más que falsa, viciosa. Es una construcción arbitraria que oculta el fuerte acento rectificador, de profunda raíz ciudadana, con que se articuló ese proyecto y la innegable intención de hacer lo nunca hecho para satisfacer el interés del pueblo dominicano.
Tratar de reducir el potencial de cambio de Danilo Medina por la elección de la Dra. Cedeño de Fernández, marginando el discurso y la experiencia de construcción autónoma de su candidatura, es tan injusto y sesgado, como pretender que Hipólito Mejía pueda representar un polo de cambio en este país.
La bancarrota estratégica de la campaña de Hipólito se puede ver en el asomo de la idea de fraude, acompasada con anuncios de huelgas y su eterna proclama de la “quiebra y desolación del país”, cuyo fin es encubrir el ascenso electoral de Danilo Medina.
El pánico se percibe.
El 20 de mayo se elegirá al presidente de la República Dominicana. Una república con un sistema democrático presidencialista. Y lo que importa es a quién elegimos como jefe del Estado Nacional.
Si queremos cambio, solo Danilo Medina lo encarna. Que nunca ha sido presidente, que tiene las mejores ideas y el mejor talante para una buena presidencia, como necesita el país.
Santo Domingo, 11 de noviembre de 2011
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