El gobierno del perito agrónomo Hipólito Mejía y el PRD ha abierto las válvulas de la corrupción a todo vapor con un inmoral letrero donde la Secretaría de Estado de Obras Públicas anuncia en la ciudad Capital que el llamado puente gemelo al viejo Puente Duarte se ha financiado -según ellos- con los Bonos Soberanos. Cosa total y absolutamente imposible de ser verdad.
Repetimos que no hay siquiera asidero alguno en el espacio ni en el tiempo para sustentar la peregrina y audaz invención gubernamental de que es con los cuartos de los Bonos Soberanos que se ha financiado la obra mencionada.
Parece que hay un interés muy marcado en querer justificar el gasto de los millones de los Bonos Soberanos.
La construcción de ese puente se inició hace cosa de 40 meses, es decir, 3 años y 3 meses cuando menos. Se empezó cuando Leonel Fernández tenía 2 años de gobierno. El perito agrónomo del Loyola, que usurpa el título de ingeniero agrónomo, Hipólito Mejía, lleva haciendo y deshaciendo desde la Presidencia del Poder Ejecutivo 15 meses, por lo que al sumar los 36 meses de los 3 años más los tres meses que van del 16 de agosto del 2001 al 16 de noviembre del 2001, dan un total de 39 meses.
Si es que estamos equivocados en esta complicadísima operación aritmética, que nos excusen los miembros de este distinguido gobierno.
Si fue en septiembre que los Bonos Soberanos se convirtieron en dinero contante y sonante, de lo que hace apenas 60 días, ¿cómo diablos el gobierno de Hipólito Mejía y el PRD difunde la grosera y reveladora propaganda de que el citado puente ya en punto de inauguración ha sido financiado con los Bonos Soberanos?
Se da por descontado que en la mencionada propaganda hay un enorme gato metido no en macuto, sino en un saco. Y no es para menos, ya que el flamante hijo del sicario trujillista Pedro Rivera, que es Miguel Vargas Maldonado, incumbente de la Secretaría de Obras Públicas y con profundos vínculos familiares y financieros con la familia de Hipólito Mejía, no es caracterizado por su honradez ni mucho menos por su escrupulosidad.
Recúerdese que un turpén como Peña Gómez no aceptó su triunfo como precandidato a Síndico del Distrito Nacional, puesto que había actuado haciendo trampas de todo tipo y de todos los colores.
Pero bajo este mismo gobierno ningún ingeniero ni compañía recibe un desembolso si no establece previo contrato, por ejemplo, con su compañía de asfaltado, en caso de que se trate de calles, caminos o carreteras. Lo que sucede en Industria y Comercio al respecto, por ejemplo, no deja lugar a ningún tipo de dudas.
Nos comprometemos a difundir en el próximo número del periódico “¡Despertar!” el letrero de la mega corrupción de Hipólito Mejía y su gobierno con los Bonos Soberanos en lo atinente al llamado puente gemelo que en realidad podría ser mellizo, en el mejor de los casos, del viejo Puente Duarte. PACOREDO
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