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lunes, 28 de mayo de 2012

Esta derrota tiene un Papá

Óscar Medina
oscarmedina1974@gmail.com
Lamentable es el calificativo más indulgente que puede otorgarse a las reacciones de Hipólito Mejía y parte de sus acólitos ante de la derrota sufrida en las pasadas elecciones. Han sido incapaces de aceptar sus errores y de hacer el más elemental ejercicio autocritico.
Están buscando culpables y actuando como niños malcriados cuando se les quita un juguete, haciendo pataletas y pretendiendo deslegitimar la victoria del adversario que les venció en buena lid. Con lo que han dado otra muestra de la pesadilla que le esperaba al pais si el destino nos hubiese jugado una mala trastada el domingo 20 de mayo.
Danilo Medina ganó las elecciones porque su propuesta caló en el electorado, que entendió sus planteamientos y en clara mayoría se convenció de que era la mejor opción para dirigir los destinos de la nación. Y será un presidente tan legitimo como lo fue el señor Mejía en el cuatrienio 2000-2004. O tal vez mas, pues a diferencia suya, Medina si alcanzó el 50 más uno de los votos, como dispone la Constitución de la Republica, mientras el -Mejia- se quedo corto.
Danilo venció porque fue capaz de hacer una campaña organizada, metódica y ejecutada al pie de la letra.
Porque trabajó sin descanso para hacer llegar su visión a la mayoría de los ciudadanos. No fue por la supuesta “imposición del Estado” como perversa e injustamente alegan los derrotados y sus vocingleros mediáticos. Si realmente hubo una diferencia en lo invertido en la campana se debe a que con la misma organización con que se ejecuto la campaña de Medina, trabajaron las estructuras dispuestas para la recolección de recursos. Además, fueron muchos los empresarios e inversionistas, nacionales y extranjeros, que ante el peligro que representaba el candidato opositor para la estabilidad del país, acogieron como suya esa candidatura, y la financiaron generosamente.
Nadie ha mostrado evidencias del supuesto uso de fondos públicos, y mucho menos la supuesta compra de cedulas y votos. Algo imposible de pensar en tiempos en que cualquier ciudadano se puede convertir en reportero sólo con un teléfono móvil, y cualquier pagina, blog o medio digital difunde las informaciones con una rapidez y alcance que no tienen muchos medios tradicionales. Por lo tanto, esas denuncias no son mas que pretextos e invenciones, muy propias de la historia electoral perredeistas.
Que nunca han perdido unas elecciones, pues todas se las han “robado”.
De lo que sí hay evidencias es de las decenas de metidas de pata que protagonizó Mejía a lo largo del proceso electoral. Como llamar a los deudores del Banco Agrícola a no pagar sus acreencias y amenazar con no honrar los compromisos con los suplidores del Estado, lo que alejó de su proyecto a miles de pequeños, medianos y grandes empresarios, así como a inversionistas nacionales y extranjeros, que abrieron sus ojos ante el peligro que representaba una persona como Hipólito en el Palacio Nacional. Sus declaraciones irrespetuosas contra propios y adversarios, y hasta contra segmentos tan vulnerables como las trabajadoras domesticas le costaron a Mejía buena parte del voto de mucha gente que comenzo a ver como nos encontrábamos al borde de reeditar los mismo patrones que caracterizaron el periodo 2000-2004.
Sus chistes de mal gusto, sus imitaciones -que parecían más propias de un” stand-up comedy” que de un estadista- así como su incapacidad de articular una idea concreta para exponer que pensaba hacer con este país, obraron para que, a pesar del evidente hartazgo de una buena parte de la población con la actual gestión, se impusiera la sensatez y la población optó por dar otra oportunidad al peledeismo y pasar de este personaje que ya demostró su incapacidad cuando fue Presidente.
Y así como han sido injustos con el adversario al no reconocer su limpia victoria, han actuado con perversidad al desatar los demonios en contra de Miguel Vargas, atribuyéndole responsabilidad en la derrota. Intentan beneficiarse de la coyuntura postelectoral y de la decepción de las bases perredeistas, con el fin de impulsar un golpe de mano a la dirección partidaria.
No quieren reconocer que si Danilo Medina contó con un partido unificado en torno a su candidatura, fue porque se manejó con humildad y maestría política para conseguirlo.
Agotó todos los plazos y articuló todas las alianzas internas y externas con el fin de tener a su disposición el cien por ciento de la maquinaria político electoral que constituye el partido oficial. Y que si Hipólito no pudo contar con todo el PRD, fue porque su arrogancia y triunfalismo, ligado a los resentimientos y las malquerencias personales y de su entorno, les llevaron a patear y maltratar al presidente perredeistas y a todos sus seguidores.
Fue Hipólito que amenazó y desprecio pública y privadamente a Vargas.
Que demasiado prudente fue durante el proceso, pues nunca hizo nada en contra de la candidatura de su partido, a diferencia de lo que hicieron muchos de los principales colaboradores de Mejía en los procesos del 2008 y del 2010. Por lo tanto, si la división perredeista jugó un rol en la derrota, el único responsable es Hipólito Mejía, no Miguel.
Hace muchos años Napoleón Bonaparte proclamó que la victoria tiene muchos padres y que la derrota es huérfana. Sin embargo esta derrota del PRD tiene un “Papa”.
Un hombre que después de conducir a su partido a la 5ta derrota consecutiva, no puede pretender erigirse en “líder de la oposición”. Ya que para ese partido, en esta coyuntura traumática de asimilar luego de estar a las puertas del Palacio Nacional, su única perspectiva de futuro pasa porque Miguel Vargas Maldonado asuma su liderazgo y se convierta en el interlocutor valido del nuevo Gobierno. Y eso será así, gústele o no al señor Mejía y su moribundo PPH.

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