Lamentable es el calificativo más indulgente
que puede otorgarse a las reacciones de Hipólito Mejía y parte de sus
acólitos ante de la derrota sufrida en las pasadas elecciones. Han sido
incapaces de aceptar sus errores y de hacer el más elemental ejercicio
autocritico.
Están buscando culpables y actuando como niños
malcriados cuando se les quita un juguete, haciendo pataletas y
pretendiendo deslegitimar la victoria del adversario que les venció en
buena lid. Con lo que han dado otra muestra de la pesadilla que le
esperaba al pais si el destino nos hubiese jugado una mala trastada el
domingo 20 de mayo.
Danilo Medina ganó las elecciones porque su
propuesta caló en el electorado, que entendió sus planteamientos y en
clara mayoría se convenció de que era la mejor opción para dirigir los
destinos de la nación. Y será un presidente tan legitimo como lo fue el
señor Mejía en el cuatrienio 2000-2004. O tal vez mas, pues a diferencia
suya, Medina si alcanzó el 50 más uno de los votos, como dispone la
Constitución de la Republica, mientras el -Mejia- se quedo corto.
Danilo venció porque fue capaz de hacer una campaña organizada, metódica y ejecutada al pie de la letra.
Porque
trabajó sin descanso para hacer llegar su visión a la mayoría de los
ciudadanos. No fue por la supuesta “imposición del Estado” como perversa
e injustamente alegan los derrotados y sus vocingleros mediáticos. Si
realmente hubo una diferencia en lo invertido en la campana se debe a
que con la misma organización con que se ejecuto la campaña de Medina,
trabajaron las estructuras dispuestas para la recolección de recursos.
Además, fueron muchos los empresarios e inversionistas, nacionales y
extranjeros, que ante el peligro que representaba el candidato opositor
para la estabilidad del país, acogieron como suya esa candidatura, y la
financiaron generosamente.
Nadie ha mostrado evidencias del
supuesto uso de fondos públicos, y mucho menos la supuesta compra de
cedulas y votos. Algo imposible de pensar en tiempos en que cualquier
ciudadano se puede convertir en reportero sólo con un teléfono móvil, y
cualquier pagina, blog o medio digital difunde las informaciones con una
rapidez y alcance que no tienen muchos medios tradicionales. Por lo
tanto, esas denuncias no son mas que pretextos e invenciones, muy
propias de la historia electoral perredeistas.
Que nunca han perdido unas elecciones, pues todas se las han “robado”.
De
lo que sí hay evidencias es de las decenas de metidas de pata que
protagonizó Mejía a lo largo del proceso electoral. Como llamar a los
deudores del Banco Agrícola a no pagar sus acreencias y amenazar con no
honrar los compromisos con los suplidores del Estado, lo que alejó de su
proyecto a miles de pequeños, medianos y grandes empresarios, así como a
inversionistas nacionales y extranjeros, que abrieron sus ojos ante el
peligro que representaba una persona como Hipólito en el Palacio
Nacional. Sus declaraciones irrespetuosas contra propios y adversarios, y
hasta contra segmentos tan vulnerables como las trabajadoras domesticas
le costaron a Mejía buena parte del voto de mucha gente que comenzo a
ver como nos encontrábamos al borde de reeditar los mismo patrones que
caracterizaron el periodo 2000-2004.
Sus chistes de mal gusto, sus
imitaciones -que parecían más propias de un” stand-up comedy” que de un
estadista- así como su incapacidad de articular una idea concreta para
exponer que pensaba hacer con este país, obraron para que, a pesar del
evidente hartazgo de una buena parte de la población con la actual
gestión, se impusiera la sensatez y la población optó por dar otra
oportunidad al peledeismo y pasar de este personaje que ya demostró su
incapacidad cuando fue Presidente.
Y así como han sido injustos
con el adversario al no reconocer su limpia victoria, han actuado con
perversidad al desatar los demonios en contra de Miguel Vargas,
atribuyéndole responsabilidad en la derrota. Intentan beneficiarse de la
coyuntura postelectoral y de la decepción de las bases perredeistas,
con el fin de impulsar un golpe de mano a la dirección partidaria.
No
quieren reconocer que si Danilo Medina contó con un partido unificado
en torno a su candidatura, fue porque se manejó con humildad y maestría
política para conseguirlo.
Agotó todos los plazos y articuló todas
las alianzas internas y externas con el fin de tener a su disposición
el cien por ciento de la maquinaria político electoral que constituye el
partido oficial. Y que si Hipólito no pudo contar con todo el PRD, fue
porque su arrogancia y triunfalismo, ligado a los resentimientos y las
malquerencias personales y de su entorno, les llevaron a patear y
maltratar al presidente perredeistas y a todos sus seguidores.
Fue Hipólito que amenazó y desprecio pública y privadamente a Vargas.
Que
demasiado prudente fue durante el proceso, pues nunca hizo nada en
contra de la candidatura de su partido, a diferencia de lo que hicieron
muchos de los principales colaboradores de Mejía en los procesos del
2008 y del 2010. Por lo tanto, si la división perredeista jugó un rol en
la derrota, el único responsable es Hipólito Mejía, no Miguel.
Hace
muchos años Napoleón Bonaparte proclamó que la victoria tiene muchos
padres y que la derrota es huérfana. Sin embargo esta derrota del PRD
tiene un “Papa”.
Un hombre que después de conducir a su partido a
la 5ta derrota consecutiva, no puede pretender erigirse en “líder de la
oposición”. Ya que para ese partido, en esta coyuntura traumática de
asimilar luego de estar a las puertas del Palacio Nacional, su única
perspectiva de futuro pasa porque Miguel Vargas Maldonado asuma su
liderazgo y se convierta en el interlocutor valido del nuevo Gobierno. Y
eso será así, gústele o no al señor Mejía y su moribundo PPH.
No hay comentarios:
Publicar un comentario