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martes, 10 de enero de 2012

Pacto Danilo-Zorrilla Ozuna tiene mayor valor simbólico.


 

Santo Domingo
La alianza entre el PLD y el Partido Cívico Renovador, del mayor general (r) Jorge Radhamés Zorrilla Ozuna, con el endoso del presidente Fernández y del candidato presidencial, Danilo Medina, es una señal más de cómo se desarrollará la lucha entre el llamado transfuguismo y la campaña negativa.

Quizás lo sorprendente no fue que el mayor general en servicio pasivo, jefe del EN durante el régimen del ex presidente Mejía diera el paso, sino que el doctor Fernández suscribiera el pacto de adhesión y aprobara la pompa con que se llevó a cabo el evento, con la asistencia de buena parte de la plana mayor de su partido.
Se cree que Zorrilla Ozuna realmente no representa un caudal de votos que pudiera ayudar a Medina a conquistar la Presidencial el 20 de mayo. Su valor es más bien simbólico, porque encabeza un sector militar cuya militancia estaba asociada con el líder histórico del PRD, doctor José Francisco Peña Gómez.
Al pasarse al lado oficialista, el mayor general, político confeso desde mucho antes de su retiro al término del régimen de Mejía (2000-2004), debilitó el frente de ex militares del candidato Mejía y, de paso, se anticipó a que su rival en las Fuerzas Armadas, teniente general (r), José Miguel Soto Jiménez, pudiera hacer lo mismo.
Pese a todo y a que al parecer tenía sus huevos en la canasta de Mejía, Zorrilla Ozuna nunca le perdonó que no lo nombrara secretario de las Fuerzas Armadas en el 2002, cuando se cumplía el término de dos años de Soto Jiménez. Se dice que su decreto estaba en borrador pero que Soto se movió aquí y en Washington, D.C., para mantenerse.
Lo único que podría compararse con el golpe que acaba de dar Fernández, Medina y su partido, es que el candidato del PRD materialice las amenazas supuestas de que a su campaña se integrarán pronto el activista Luis Incháustegui y Taína Gautreaux, una peledeísta de conducta impredecible, ahora dimisionaria del PLD.
Campaña negativa
La reciente apelación del candidato presidencial Mejía para que la lucha electoral se desarrolle sin el predominio de campaña sucia, expresa en el fondo una preocupación porque si tal cosa se produjera él sería el más afectado, sin que cuente para responder con las alforjas llenas, como las tiene Medina.
El ex presidente Mejía ya está siendo víctima de la campaña negativa, que hasta ahora no ha llegado a ser sucia, pero que nadie sabe qué curso seguirá en la medida en que las venideras encuestas independientes y las de los partidos PLD y PRD, muestren la evolución de las intenciones de voto.
Entre los estrategas del candidato presidencial del PLD se tiene la impresión de que la campaña negativa contra Mejía sería una de las maneras de disminuir la popularidad con que inició el ex gobernante su campaña según las encuestas y otros indicadores de lo que se decía en la calle.
La base de esa campaña negativa es el pasado del ex presidente Mejía y los infortunios que ocurrieron durante su cuatrienio (2000-2004), en el cual varios bancos quebraron, la moneda se desplomó y supuestamente más de un millón de personas fueron al paro. Tras llegar al poder el PLD, la moneda y la macroeconomía se recuperaron y la inflación, que habría llegado al 50%, se detuvo.
Una de las ventajas de Medina es que se alejó bien temprano del régimen reeleccionista del doctor Fernández, en el cual fue secretario de la Presidencia. Los ataques de Mejía han sido por tanto al actual gobernante, que nunca le ha respondido directamente.
La campaña negativa será inevitable. La misma está presente ahora en las elecciones primarias del Partido Republicano de los Estados Unidos, que busca escoger quién será el contendiente del presidente Barack Obama, aspirante a la reelección.
Pelea desigual
Mejía rechazó siempre que tuviera responsabilidad en las quiebras bancarias, el desplome de la moneda hasta el 60 por 1 y la inflación. Sus estrategas dicen que como razón de campaña ha tenido cierto éxito pero no así como realidad.
La pelea se ha tornado desigual puesto que los estrategas de Mejía han pasado por alto yerros de sus contrarios, como fue el aviso del senador de San Cristóbal, Tommy Galán, en el sentido de que tras las elecciones se pondría en vigor una nueva reforma fiscal, declaración que luego trató de aclarar.
La afirmación de Galán no alimentó la campaña negativa. Los estrategas del ex presidente Mejía no pueden emplear campaña negativa contra Medina puesto que lo peor que podrían decir de él es que un posible régimen suyo sería “más de lo mismo”. Medina “se curó en salud” muy temprano al proclamar que iba a “continuar lo que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se hizo”.
El peso del régimen peledeísta y su enorme maquinaria de publicidad y propaganda es incomparable con la de Mejía, de limitados recursos y que hasta ahora no tiene el apoyo de un gran cotizante de campaña, el presidente partidario, Miguel Vargas Maldonado, en receso para todos los fines de la presente lidia.
Cuando hace días la escolta del ex presidente zarandeó a dos periodistas en actividades separadas, las imágenes fueron pasadas una y otra vez en programas adversarios de la televisión, medio por el cual se enteran de las noticias la mayoría de los ciudadanos. Algún daño pudieron tener esos infortunios desplegados.

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